Los ayuntamientos de casi todos los pueblos de la Barranca, Valle de Ergoyena y Burunda, tienen por costumbre obsequiar tanto por las fiestas patronales, como en las romerías religiosas, con vino que se reparte gratuita y generosamente a cargo de los ayuntamientos y que es servido en tacitas de plata, de propiedad municipal.
Estos recipientes, muy parecidos a los catavinos, son de plata maciza y repujada y llevan la fecha y el punzón del platero y una inscripción abreviada o no del Ayuntamiento al que pertenecen. Su número por Ayuntamiento parece ser era de ocho, aunque desgraciadamente hayan desaparecido algunos de ellos, gracias a los amigos de lo ajeno. Están datados en los siglos XVIII y XIX.
Existe la creencia de que los recipientes de plata no transmiten enfermedades a los que beben de ellos.